Los suelos de las naves industriales tiene que garantizar la funcionalidad y durabilidad de los espacios de trabajo. Deben ser resistentes al desgaste, soportar cargas pesadas y ofrecer seguridad ante derrames o productos químicos. Los materiales más comunes incluyen hormigón reforzado y pavimentos continuos, que pueden estar recubiertos con resinas epoxi o poliuretano, proporcionando superficies lisas, fáciles de limpiar y antideslizantes.
Además, es clave que estos suelos tengan propiedades de nivelación y resistencia a la abrasión para soportar el tránsito constante de maquinaria y vehículos industriales.